A causa de la crisis sanitaria, la mayoría de los sectores laborales se han visto drásticamente afectados. Muchos han visto reducida su actividad, mientras que otros han experimentado un pico enorme de carga.

La llegada del COVID-19 a nuestras vidas ha marcado un antes y un después en nuestra forma de interactuar. Situaciones tan inverosímiles como el uso obligado de mascarilla en entornos como el transporte público, un supermercado o, incluso, para salir a tirar la basura, parecen sacadas de una película apocalíptica de sábado por la tarde. Por no hablar del confinamiento. En ningún momento criticamos las medidas tomadas por el gobierno para protegernos y frenar la pandemia, sino más bien destacamos la extraordinaria situación en la que nos encontramos y nos encontraremos en los próximos tiempos.

Necesariamente, si la interacción con el resto de las personas se ve afectada, también implicará una adaptación para todas las organizaciones que forman el tejido empresarial del país. Muchas empresas se han visto obligadas a adherirse a la medida propuesta por el gobierno denominada ERTE o Expediente de Regulación Temporal de Empleo. Dicha medida permitía a las empresas regular y, por tanto, reducir o suspender temporalmente la jornada de sus colaboradores/as; siendo el estado quien se encargaría de abonar la parte faltante de las nóminas de los trabajadores/as.

Sin embargo, la crisis no ha reducido la actividad de todos los sectores. Puesto que, mientras que el sector educativo ha suspendido las clases presenciales y ha requerido el uso de las TIC para continuar con la docencia del alumnado de manera virtual. El sector sanitario se ha visto obligado a reforzar enormemente su estructura organizativa para hacer frente al virus. Las gestorías, cuyo papel ha sido primordial para la tramitación de los ERTE, se han visto desbordadas ante la enorme carga de trabajo que han sufrido para garantizar la gestión laboral de todas sus empresas afiliadas.

Otro caso es el de los supermercados. Estos se han visto abarrotados por oleadas de personas, especialmente al inicio del estado de alarma, que acudían a comprar víveres esenciales. Asimismo, debemos destacar las enormes ganancias que han experimentado las compañías de comercio electrónico, especialmente Amazon, o las empresas de entretenimiento online como Netflix, cuya cotización en bolsa se ha duplicado debido a la gran cantidad de nuevas suscripciones a la plataforma.

Respecto al sector servicios: los aeropuertos, restaurantes, hoteles, empresas automovilísticas, centros comerciales, ocio, etc. han pasado la peor parte puesto que, en su mayoría, depende del turismo e implica la estancia en un recinto cuyas dimensiones hacen incompatibles la tesitura entre distancia de seguridad vs. rentabilidad.  Por ello, la mayoría de estas empresas se han visto obligadas a minimizar su actividad, vaticinando grandes pérdidas y dando prácticamente por perdida la temporada de 2020.

Finalmente, Recursos Humanos no ha sido una excepción. Las empresas dedicadas los servicios de Consultoría se han visto obligadas a reinventarse para seguir siendo competitivas, puesto que, como es lógico, los procesos de selección se redujeron drásticamente y más aún la formación presencial. No obstante, encontraremos maneras de salir adelante y afrontar juntos esta crisis, unidos volveremos a girar el engranaje de la economía y las empresas volverán a requerir de talento para ser competitivas.

Francisco Comas – Consultor Junior en Teis Servicios de Consultoría