¿Alguna vez has dudado sobre hablar de tu familia o pareja en tu ámbito profesional? ¿Has sentido que hacerlo podía poner en riesgo tu puesto de trabajo? El 40% de las personas del colectivo LGTBIQ+ sí lo ha dudado.

Hemos llegado al mes del Orgullo Gay y las empresas… Un momento, no, no. El mes del orgullo no es solo para los hombres homosexuales y, como hemos visto en otros artículos, el lenguaje, que todas las personas sean nombradas y representadas es importante para cambiar la realidad en la que vivimos. Así que, volvamos a empezar.

Hemos llegado al mes del Orgullo LGTBIQ+ y las empresas comienzan con grandes campañas de visibilización. Ponen el arcoíris en sus redes sociales, algún tweet o post apoyando a la comunidad públicamente y cuando llega julio, todo este apoyo desaparece. Esto es lo que se conoce comúnmente como el pinkwashing, que se basa en un lavado de imagen de la empresa, en cuanto a los derechos del colectivo LGTBIQ+, como parte de una estrategia política o de marketing.

Pero, ¿Qué ocurre realmente en el ámbito laboral respecto a este colectivo? Según los datos de un estudio reciente, el 75% de las personas encuestadas reconocían haber sido testigo de agresiones verbales en el ámbito laboral hacia personas de la comunidad LGTBIQ+. Es más, en este mismo estudio, cuatro de cada diez personas trabajadoras LGTBIQ+ indican haber sufrido este tipo de agresiones en su lugar de trabajo. Esto supone un claro hándicap para el desarrollo profesional de estas Pero, ¿qué ocurre realmente en el ámbito laboral respecto a este colectivo? Según los datos de un estudio reciente, el 75% de las personas encuestadas reconocían haber sido testigo de agresiones verbales en el ámbito laboral hacia personas de la comunidad LGTBIQ+. Es más, en este mismo estudio, cuatro de cada diez personas trabajadoras LGTBIQ+ indican haber sufrido este tipo de agresiones en su lugar de trabajo. Esto supone un claro hándicap para el desarrollo profesional de estas personas, quienes en muchas ocasiones sufren, como consecuencia, problemas de salud mental o se ven incluso en la obligación de abandonar sus puestos de trabajo.

Quienes forman parte de esta comundiad, concretamente, el 75%, sienten miedo de revelar su orientación sexual o identidad de género en su puesto de trabajo por las posibles consecuencias negativas que puedan surgir. Esto provoca que, mientras las personas heterosexuales pueden hacer pública su vida y expresar con total normalidad comentarios y experiencias de su vida personal, las personas del colectivo nos vemos en la necesidad de ocultarnos. Y puede que en este momento hayas pensado que el lugar de trabajo tampoco es para compartir la vida personal, que no es tan importante o que cada uno en su vida privada puede hacer lo que quiera sin tener que contarlo donde trabaja… Sin embargo, vuelvo a repetirlo, el problema está en que unas personas sí pueden hacerlo y otras debemos ser invisibles.

Las cifras aumentan aún más cuando nos referimos a las entrevistas de trabajo, donde el 86% de las personas creen que es necesario ocultar su orientación durante los procesos de selección para evitar ser perjudicadas, o más bien discriminadas, por ello. Hay que aclarar que no hay ningún problema en que durante una entrevista no se hable de la orientación sexual de una persona, ya que se trata de información totalmente personal e irrelevante para ocupar un puesto de trabajo. Lo preocupante es que las personas del colectivo LGTBIQ+ sigamos teniendo inseguridad de mostrarnos visibles en cualquier ámbito de nuestra vida.

Por otra parte, no podemos abarcar esta temática sin hacer un apunte específico hacia el colectivo de las personas trans. Este colectivo presenta una realidad laboral aún más cruda y complicada, mostrando el doble de desempleo que el resto de las personas que participaban en el estudio. Esto pone de manifiesto que las dificultades para tener unos medios económicos suficientes son mucho mayores y, con ello, se encuentran en mayor riesgo social.

Además, también es muy preocupante su situación cuando logran un empleo, ya que casi un 20% de las personas trans trabajadoras indica haber sufrido acoso sexual en su lugar de trabajo, especialmente a través de insinuaciones sexuales. Todo esto supone graves daños psicológicos y sociales para un colectivo que aún sigue sufriendo una gran estigmatización. Por este motivo, es tan necesario contar con protocolos contra el acoso sexual y, también, protocolos para atender el acoso por motivo de orientación sexual e identidad de género en las empresas.

En relación con todo esto, hace ya unos meses, hacíamos referencia en nuestro artículo del 8 de marzo que, para que la igualdad sea real, se debe incluir a todas las personas y prestar especial atención a los colectivos más vulnerables a través de la interseccionalidad. Solo así podremos comprender la diversidad de realidades y los obstáculos a los que se enfrentan distintos colectivos, garantizando la toma de medidas para eliminarlos.

Termino este artículo con una última reflexión. A medida que escribía este artículo comencé a plantearme si, como mujer bisexual, debía utilizar la primera persona cuando hablaba del colectivo o si esto podía incomodar a alguien. ¡Incluso llegué a consultarlo con la empresa! Afortunadamente, lo que he recibido ha sido apoyo y un sí rotundo. Y esto es lo que necesitamos desde el colectivo LGTBIQ+. No que las empresas se pongan un eslogan y un arcoíris durante un mes del año, no. Lo que necesitamos es que nos apoyen, nos defiendan ante el acoso, nos permitan ser visibles y mostrar nuestra diversidad y realidad, tal y como lo haría cualquier otra persona.